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¿Conoces las diferencias entre "Todos Santos" y "El día de los muertos"?


¡Hola amigos de La Caja de Viajes! ¡Bienvenidos a un nuevo blog!


Somos un país de tradiciones, y como no puede ser de otra manera, este blog también lo es, esta semana hacemos un pequeño homenaje a la tradición boliviana sobre Todos Santos, pero además, veremos las diferencias y similitudes entre esta festividad y la que se celebra en el país de México, llamada comúnmente, el día de los muertos.


Así que sin más decir ¡empecemos!


En Bolivia se celebra el Día de Todos los Santos, una fecha señalada para honrar a aquellos que ya no están con nosotros, en México celebran también la festividad de Todos Santos, y el Día de los Fieles Difuntos o Día de los Muertos, ambas celebraciones se realizan en los primeros días del mes de noviembre.


A pesar de ello, todavía existen algunas confusiones entre el Día de Todos Santos y el Día de los Muertos. En ambos días se rememora a nuestros seres queridos fallecidos, pero existen algunas diferencias, las veremos a detalle a continuación:


Día de Todos Santos


Este día la iglesia recuerda a todas las personas anónimas que ya son santos. Además, las familias más creyentes asisten a las iglesias y visitan los cementerios para traer flores y velas a sus seres queridos. La celebración de este día comienza en la noche del 31 de octubre, es decir, la víspera de Todos los Santos.


En Bolivia, desde tiempos inmemoriales, las comunidades originarias celebran la fiesta a los muertos. Con la llegada de los conquistadores español esta fiesta se fusionó con la fiesta de Todos Santos que los católicos celebran los dos primeros días de noviembre de cada año. Desde entonces la tradición de festejar a las almas y ajayus(almas en aymara), de los muertos forma parte de los detalles culturales de muchos bolivianos.


Se tiene la costumbre de recordar a partir del medio día del 1ro de Noviembre hasta el mediodía del 2. Es un día especial, dedicado a compartir con las almas de los familiares que murieron. Algo que transita en el mundo de los sobrenatural, de la fe, de lo secreto y por tanto, difícil de creer y entender. Sin embargo, es celebrado y respetado por mucha gente.


En la tradición pre-colonial, cuando una persona muere, su alma (nuna) va a reunirse con el Urkhu Pacha, mundo de abajo. En este mundo subterráneo, un mundo al revés, las almas viven el ciclo de su vida al revés, ellas nacen viejas para morir joven y volver a vivir en el mundo de los vivos. La muerte entonces no es ninguna ruptura, sino una etapa del ciclo de la vida, al contrario de la visión lineal de la vida en la religión cristiana. Cada año, las almas vuelven a visitar el mundo de los vivos para ver si su recuerdo perdura. En el calendario pre-colonial, esta fiesta tradicional de los difuntos cae al final de la época seca (todas las fiestas y ritos andinos están vinculadas al calendario agrícola), las almas de los muertos vuelven para abastecerse de los que preparan los vivos después de un periodo de restricciones.


La fiesta empieza el 1ro de noviembre con los preparativos de la mesa, para recibir a las almas, para ello días antes elaboran sus masitas o acude a los diferentes hornos panaderos para realizar sus (tantawawas, paloma, escalera, víbora, sol, luna, llama, cóndor, y las diferentes masitas que acompañan el armado como los maicillos y los bizcochuelos).


También se compran diferentes frutas, hortalizas y caña de azúcar, dulces, banderines, coronas, se realiza también el preparativo de las bebidas alcohólicas, insumos de repostería, y muchos otros alimentos y bebidas.


​​Para preparar la mesa de las almas, se reúnen los familiares, personas especiales, vecinos y otros, todos ellos preparan la mesa, antes del medio día del 1ro de noviembre, con el fin de que para el medio día (12 horas en punto) todo esté listo para que lleguen las almas.


La mesa se prepara con un mantel negro, para las personas mayores, y para los niños, y jóvenes se pone mantel blanco, se le colocan en ambos costados, un par de velas que van a servir en las oraciones. Junto a las velas se colocan dos floreros, uno con flores variadas y el otro con retamas. En la parte posterior central se coloca la foto de la persona fallecida. A partir de la parte media central y por los costados se pueden colocar los platillos de masitas y comida a ofrecer a los difuntos, y a cada lado se sirve un vaso de chicha morada, chicha kulli, fruta seca, bizcochuelos, una taza de café y un vaso de agua.

Al día siguiente 2 de noviembre se procede a realizar el “despacho de las almas “que consiste en recoger la mesa, los cantos, rezos se repiten y como también los alabados cuando las familias arman la mesa (mast´aku) sobre la misma tumba del difunto. Los mast´akus son a la medida de la importancia del muerto y de la riqueza de su familia, a veces llegan a ser realmente impresionantes.


Día de los Muertos



El Día de los Fieles Difuntos se conmemora a todos los cristianos bautizados. La Iglesia cree que este grupo de fallecidos se encuentran en el purgatorio porque murieron con culpa de pecados menores en sus almas.


En la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.


El Día de Muertos en la visión indígena mexicana implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.


En esta celebración de Día de Muertos, la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular ya que comprende diversos significados, desde filosóficos hasta materiales.


Su origen se ubica en la armonía entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos; los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonaca y otros pueblos originarios de México, trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, principal cultivo alimentario del país.


La celebración se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre ya que esta se divide en categorías: De acuerdo con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos.


Cada año muchas familias colocan ofrendas y altares decorados con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, mole o algún platillo que le gustaba a sus familiares a quien va dedicada la ofrenda, y al igual que en tiempos prehispánicos, se coloca incienso para aromatizar el lugar.

Asimismo, las festividades incluyen adornar las tumbas con flores y muchas veces hacer altares sobre las lápidas, lo que en épocas indígenas tenía un gran significado porque se pensaba que ayudaba a conducir a las ánimas a transitar por un buen camino tras la muerte.


La tradición también indica que, para facilitar el retorno de las almas a la tierra, se deben esparcir pétalos de flores de cempasúchil y colocar velas trazando el camino que van a recorrer para que estas almas no se pierdan y lleguen a su destino. En la antigüedad este camino llegaba desde la casa de las familias hasta el cementerio donde descansaban sus seres queridos.


El Día de Muertos se celebra en todo México, teniendo algunas variantes dependiendo la región o el estado.


En la Ciudad de México, en la Alcaldía de Tláhuac, se encuentra un pequeño poblado de nombre Mixquic, que significa “donde hay mezquite”, uno de los lugares más visitados durante estos días ya que su celebración se apega a las tradiciones mexicanas y se lleva a cabo conjuntamente con la feria del pueblo. El día 2 de noviembre se realiza “La Alumbrada”, donde miles de velas iluminan las tumbas decoradas con flores.


Oaxaca, uno de los estados más ricos culturalmente hablando, la celebración de Día de Muertos es una de las más significativas. Los altares se adornan con un mantel blanco o papel picado y se dividen en escalones, teniendo cada uno un significado especial: el primero representa a los abuelos y/o adultos, mientras que el segundo o sucesivos son para todos los demás.

Otros estados y lugares destacados en México durante esta festividad son: Janitzio y Pátzcuaro en Michoacán, Xochimilco en la Ciudad de México y Cuetzalán en Puebla, por citar algunos.


Cabe mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una expresión tradicional - contemporánea y viviente, y a un mismo tiempo, integradora, representativa y comunitaria.


Para la UNESCO, el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.

El Día de Muertos se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.


En México la celebración del Día de Muertos varía de estado en estado, de municipio en municipio y de pueblo en pueblo, sin embargo en todo el país tiene un mismo principio, reunir a las familias para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá.


Según cita ABC, el Papa Francisco dijo durante Ángelus del 2 de noviembre del año 2014 que las dos celebraciones, la del 1 y la del 2 de noviembre, “están íntimamente unidas entre sí”, e invitó a recordar a nuestros seres queridos: “La tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a rezar por los difuntos, en particular ofreciendo por ellos la celebración eucarística: es la mejor ayuda espiritual que podemos dar a sus almas, especialmente a las más abandonadas”.


Ahora que vimos las diferencias y similitudes de estas dos celebraciones, podemos decir que ambas son celebraciones a los difuntos, como un pequeño homenaje para que siempre vivan en nuestros corazones.


Ustedes, ¿celebran la fiesta de Todos Santos? Déjenos saber su respuesta en los comentarios.


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¡Que tengan una excelente semana! ¡Hasta el próximo jueves!


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